Las palabras quedan en el papel, se aferra a él como la sangre en las telas. Las manchas de palabras dejan marcas y aureolas de pensamientos se traslucen en las hojas, hasta que logran irse.
Se creían liberadas del pensar para esclavizarse en un papel arrugado por la presión de la mano, pero algunas encuentran salvación. Algunas necesitan del calor de un útero contenedor que las proteja y les quite la relación de significados.
La tinta encerrada en renglones. Las palabras sueltas en lavandina.
Las palabras se liberan, salen de su falta de forma para empezar a significar. La tinta cae, una mancha surge, una letra se forma, otra letra se acomoda al lado de otra, una palabra nace. Cientos de palabras ya nacieron, pero la verdad es que son demasiadas para este viaje.
Vivimos en un mundo de magia, hoy quiero entender una pizca de eso.
Le saco la tapa, lo apoyo sobre la tinta volcada y a medida que lo traslado por la hoja, las palabras van desapareciendo del papel como por arte de magia.
Sí, se pueden crear ilusiones con un borra tintas.
Las palabras se vuelven a perder en una nebulosa diferente a la de la tinta fresca, con un perfume particular que cualquier nariz rechaza al instante. Es difícil saber qué hacen todas las palabras juntas sabiendo que alguna vez tuvieron una relación y hoy no son más que enemigas porque alguien las puso en contra. Porque alguien las engaño pensando que juntas formarían una buena pareja y en verdad sólo formaron parte de un engaño que no convenció ni siquiera a su creador.
Cómo pueden volver a verse sabiendo todo lo que una dijo, expresando contrariedades desde el nacer desviado.
Mueren ahí, desvaneciéndose y deformándose mientras suben por un haz blanco que en su recorrida sugiere su perdón, las palabras su arrepentimiento por un pecado no cometido, pero que tienen impregnado por el sólo hecho de haber nacido palabras.
Todavía tienen esperanza y la redención lavandinezca llega para todas por igual y vuelven a empezar. Teñidas de un color nuevo, un mundo conocido pero mejorado las espera, y ellas de otro color toman lo bueno. Esta vez de azul salen nuevamente al mismo mundo, palabras renovadas en un papel ya conocido pero distinto, porque sufrió correcciones que eran necesarias padecer para poder aprender a escribir bien. Para eso es que un borra tintas tiene dos lados no sabemos adonde van, ni de donde vienen, las vemos mal y bien. Un borra tintas.
Entonces hoy entendí que las palabras son un mundo aparte. Que aparecen y desaparecen como por arte de magia simplemente porque nadie entiende cómo llegan, cómo se van.
Las mías se van, se están yendo, adiós.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario