martes
Dos respiraciones se chocaron, se rozaron en el aire hasta llegar a mezclarse. Desparejas y envueltas sin coordinar sentían más ganas de seguir chocándose en un vaivén de huracanes. Un ruido las previno y las desconcentró; pararon. El dióxido de carbono apuntó hacia un lado buscando algo extraño, pero no encontró más que frío. Se volvieron a juntar, se volvieron a chocar y tuvieron miedo de no poder sentir la una sin la otra. Se juraron amor eterno, hasta que la muerte las separe; hasta que una deje de ser lo que ahora es, hasta que la otra también deje de respirar. Alguna de ellas pensó que sería un poco más feliz si hoy lloviera. La otra de ellas buscaba ser la lluvia que le cambie el día.
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