Una polilla quería llegar al obelisco para conocer el centro de la ciudad. Aunque le habían dicho que era muy peligrosa, su espíritu salvaje se atrevió más que su duda.
No sabía como hacer para llegar, entonces apoyando sus patitas en el piso, le preguntó a una cucaracha que le dijo que agarre derecho Corrientes o Córdoba o Santa Fe, pero la polilla tampoco sabía dónde quedaban esas calles y como estaba en Zapiola y Federico Lacroze, se tomó el 168.
No encontró asiento vacio y para evitar los magullones que las frenadas del colectivo le proferían si se quedaba quieta, empezó a volar. Muy tranquila iba de asiento en asiento, de agarra manos en agarra manos haciendo zigzag entre los pasajeros. Una señora que estaba parada al lado del último asiento la descubrió y asombrada la comenzó a seguir con la mirada. La polilla incómoda ante la mirada de la extraña voló más fuerte, pero siempre hacia el mismo lugar y una por una las personas fueron levantando la cabeza y admirando a la polilla. Todo el colectivo siguió el recorrido del insecto y muchos desearon que se apoyara sobre sus hombros pero ninguno lo pensó tan fuerte como para que pasara.
El 168 llegó a Corrientes y 9 de Julio y la polilla, sin tocar el timbre, se bajó llevándose los pensamientos de libertad de todas las personas que estaban en el colectivo.
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1 comentario:
Polilla yo también te banco!
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