-Aaaaahhhhhhhhh!!
-¿Qué pasó?
-Nada má, se me quedó la cera pegada, me estoy depilando.
Mora una chica de 28 años que nació pelada y hoy lleva el pelo hasta la cintura grita.
Su madre envidia el pelo que no heredó de nadie, nunca pudo entender cómo a los 17 años la cabeza se le infectó de rastas hasta cuando se recibió de abogada.
-¿Te vas a bañar?
- Sí
-Bueno, apurate que tengo que lavar los platos.
-No, primero lavá los platos que yo todavía me estoy depilando.
Después de media hora la cera se enfrió y en la casa se escuchó el sonido de la ducha. Mora se lavó primero la cabeza, costumbre, en realidad consejo del peluquero amanerado que le dijo: “Después de lo que le hiciste a tu pobre cabello, querida… se nota que está somatizando, tantos años de encierro en jabón neutro. Ahora tenés que mimarlo, dejarlo que saque las mañas, sino se va a querer tomar revancha y te vas a quedar pelada. Cuando te bañes lo primero que tenés que hacer es ocuparte de él, lavarlo con cuidado y con masajes circulares para que crezca fuerte. Usá siempre crema de enjuague, comprate una buena. Acordate de hacerle sentir a tu cabello que es importante, dedicale tiempo.” Sintió su voz en su oído como si su pelo, que le rozaba la oreja, se lo estuviera repitiendo.
Sin saber porqué, Mora le hizo caso a los consejos de Paul y se puso en la cabeza crema de enjuague. Usando sus dedos cual rastrillo, los introdujo entre sus rulos peinándose debajo de la ducha. Cuando terminó, encontró en sus manos montones de pelos sueltos que sin dudar pegó en los azulejos. Después de dejar cuatro veces pelos en los azulejos se quedó mirando la pared. Cuando miró se dió cuenta de que los pelos forman dibujos, muy buenos por cierto, que prefirió haberlos hecho con un lápiz y no con el azar de la crema de enjuague. Pensó, muy dentro suyo, que eso era arte, que una parte de ella se manifestaba mientras se duchaba
Con los días el arte se volvió un ritual del que no pudo escapar cada vez que encedía la ducha. Entre los rulos encontró siluetas, caras, paisajes; dibujos sin sentido que anhelaba dibujar en lápiz, pero no, fueron sus pelos a los que el azar transformaba en dibujos, la suerte decidió que sus pelos fueran más artistas que sus manos.
Mora se duchaba y miraba fijamente los azulejos, blancos, mojados. Vió que dos cuerpos se entrelazaban en su cabello y con un nuevo manojo de pelos vió que otro cuerpo los observaba.
Vió una cabeza de marciano, una nueva tipografía, un tótem y una foto panorámica de Bariloche.
Era un vicio que no tenía control y su madre llegó a pensar que sufría alguna especie de fobia contra los gérmenes.
Hasta que ayer, después de haberse bañado 15 veces, levantó los brazos con sorpresa y se llevó las manos a la cabeza; recordó que tenía turno con su peluquero Paul.
Salió de la ducha y lo llamó para cancelar. Ya no tenía sentido, ya estaba pelada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario